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Comprar un piso en Llançà : descubriendo el placer enológico de la región

Comprar un piso en Llançà : descubriendo el placer enológico de la región

Martes 27, Febrero 2018 (14:52:15)

La segunda mitad del siglo XX marcó un cambio drástico en la economía de la región o comarca del Empordà a la que pertenecen los municipios de Roses y Llançà, y en la que podemos encontrar la urbanización de Empuriabrava (municipio de Castelló d’Empúries). De una economía agropecuaria en que la pesca y la producción vitivinícola y de aceite de oliva era predominante, se pasó a una en que los servicios terciarios, sobre todo el turismo, son la actividad más importante.


No es de extrañarse que muchas personas decidan comprar un piso en Llançà para poder disfrutar en temporada de verano de todas las diferentes atracciones turísticas que explotan la belleza natural y la riqueza cultural de esta región. Sin embargo, resulta aún más interesante que al invertir en un bien inmobiliario en Llançà o alguno de sus municipios vecinos, también es posible vivir con gran intensidad las antiguas actividades que animaban la vida social y económica de la región: la pesca, la producción de vinos, la gastronomía que “casa” los productos de la granja y el mar. 


Entre estos placeres a medio camino entre la historia y la modernidad está sin duda el turismo enológico. Llançà es un municipio que se encuentra en medio de una corriente creciente de respeto y difusión por los vinos producidos en la región, entre los cuales hay delicias con denominación de origen y vinos que son reconocidos en toda la península ibérica y en el resto de Europa. Para quienes disfrutan de poseer un piso en Llançà ya sea como residencia principal o secundaria, el vivir intensamente el descubrimiento de los vinos de la región es un privilegio fácil de aprovechar a lo largo de todo el año.


Historia de la vitivinicultura en Llançà


El cultivo de la vid y el olivo en las tierras que hoy en día constituyen el municipio de Llançà tiene una larga historia. Desde el siglo XVII su producción agropecuaria desplazó paulatinamente al sembrado de trigo porque era mucho más rentable. La creciente seguridad del puerto en esta época, en que dejó de ser atacada por piratas y buques de diverso origen, permitió que la comercialización de los vinos fuese más fácil y ello impulsó su producción. Adicionalmente la "enfiteusis", figura de arrendamiento de tierras agrícolas legislada localmente en esa época, permitió una mayor productividad debida a la mayor cantidad de pequeños "propietarios" de terrenos agropecuarios. Los vinos producidos en esta primera época de auge vitivinícola eran blanco, rosado, tinto y Moscatel. 


Desafortunadamente, este florecimiento de la industria del vino se vio frenada con dos crisis sucesivas durante el siglo XIX. La primera fue la del oídio, un hongo que ataca con especial intensidad a la vid. Este hongo se combatió con azufre y la industria local pudo reponerse. 


Sin embargo, esta primera crisis fue mínima en comparación con la segunda, la de la filoxera, que se presentó a finales de este siglo. Esta epidemia, originada en América y llegada a Europa con algunas cepas de vid llegadas desde los Estados Unidos, atacó con gran ferocidad las cepas europeas. De hecho, en una de las regiones con mayor producción de vino del mundo, en Francia, se perdieron cientos de cepas endógenas. La epidemia de filoxera fue una auténtica catástrofe para el mundo vitivinícola mediterráneo. Casi dos décadas después, la producción de vinos pudo estabilizarse, pero la industria vitivinícola no volvió a tener la misma importancia en Llançà y sus alrededores.


A pesar de que los terrenos de viñedos perdidos durante la plaga jamás se recuperan en su totalidad, hay un impulso local tanto de la parte del gobierno como de la iniciativa privada hacia las bodegas cooperativas, con lo que se retoma una producción con cada vez mayor calidad y reconocimiento internacional.


Vino de Empordà: denominación de origen 


Este trabajo de recuperación de la producción vitivinícola tradicional, las cooperativas y distintos productores trabajan juntamente con instituciones públicas y en el año de 1975 el Ministerio de Agricultura aprueba la Denominación de Origen (DO) Empordà-Costa Brava para los vinos del Empordà. 


En el año 2006, se aprueba una nueva reglamentación para la Denominación de Origen Empordà gracias al cual se controla el origen y calidad de los vinos de la región. El Consejo Regulador trabaja actualmente en directa colaboración con los productores y las administraciones de diversos municipios, así como en conjunto con empresas turísticas diferentes que impulsan el reconocimiento de los vinos locales organizando fiestas y festivales, además de promover los vinos ampurdaneses en ferias y eventos turístico-gastronómicos en otras latitudes.


¿Qué vinos se pueden encontrar en la región? La respuesta es que hay una amplísima variedad de vinos. Deliciosos vinos tintos con mucho cuerpo y sutil fragancia, vinos blancos de gran frescura (algunos de ellos con variedades locales), vinos rosados delicados y de baja graduación alcohólica y algunas perlas locales como la Garnatxa de l'Empordà y el Moscatell de l'Empordà. Actualmente, además hay vinos ecológicos, espumosos y más opciones para enriquecer la oferta enológica de la región.


Turismo enológico en la región


Las rutas del vino del Empordà se trenzan alrededor de Llançà, mostrando la importancia histórica de este municipio para la producción vitivinícola. Por ello no resulta extraño que el enoturismo sea una actividad muy disfrutable para quienes residen en la zona o pasan sus vacaciones ahí. Los tres caminos de descubrimiento enológico (el camino del vino del Empordà, el camino de Enlace y el camino del vino y del corcho), circulan en la zona que rodea Llançà, y se complementan con experiencias enológicas, eventos, gastronomía y muchas formas de disfrutar de los deliciosos vinos con sello local.


Las experiencias pueden ser tan sencillas como visitar una bodega y tienda de vinos, catar ciertos vinos locales en un restaurante de gastronomía tradicional, o incluso recorrer la costa en kayak combinando esta actividad con descubrimientos enológicos.


Este placer a los sentidos, profundamente anclado en la historia de la zona, es uno de los privilegios de que disfrutan quienes deciden comprar un piso en Llançà.